Vengo de más allá de las alturas
convertidas en sonido y en silencios,
desde el fondo del mar y más allá de los planetas,
vengo tibio anidando en cada pecho,
un lenguaje de ecos que alucinan.
Vengo de montañas escondidas
y de ríos bañados de espuma entre sus piedras.
Vengo de las noches que gimieron
encontrando los besos y los cuerpos,
vengo de las ansias, de los sueños y de los entuertos.
Soy etéreo y furtivo,
y navego las velas que van hacia horizontes,
soy renuncia, entrega y despedida,
la herida que sangra y cicatriza.
Soy lejano, oscuro y tenebroso,
casi un misterio que aguarda entre las sombras
y amanece prendido entre las rosas.
Soy cercano, viviente, enardecido,
soy luz de esplendor y bienvenido,
soy alegría y tristeza,
soy barco que se aleja y barco que regresa.
Soy como el agua del río que pasa inadvertida,
amando si, mucho a las vidas
porque en ellas convivo y les trasciendo.
Soy su entraña, su alma, y pensamiento,
soy luz y más luz,
Soy el recuerdo.
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