Siempre será la aurora testigo de noches insepultas,
de palabras que pasan al olvido,
de prisiones en pechos compungidos
y de almas buenas cuando el día repunta.
La aurora también limpia oscuros sentimientos,
sacude el polvo de palabras vanas,
de las cosas que fueron como un cuento
y el agrio amor con que se ama.
La aurora arroja al viento secretos nocturnales,
de pasiones, de silencios y dolores,
de palabras que fueron tópicos de amor y de clamores.
Siempre será la aurora la dulce espina que hace sangrar la dulce herida,
la que lleva el sabor de un tierno roce
y el dulce amor de mirar como me miras.
Será la aurora la que siembre el paisaje de amor en tus pupilas,
en las ansias benditas de unas bocas
y el dulce mal de tus heridas.
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